Al margen de que algunas publicaciones de decoración anticipan el auge de un movimiento estético vinculado a la recuperación de objetos y mobiliario con un marcado estilo rural, en Crazy Mary siempre hemos tenido una debilidad por este tipo de decoración. Es lógico pensar que no se produzca un cambio estético brusco en cuanto a interiorismo se refiere y que el estilo vintage-industrial (que tanto éxito y tan buena acogida popular ha tenido), vaya derivando hacia una decoración de inspiración rural.
Una vuelta a la esencia, a la vida sencilla, a los entornos rurales que por culpa o gracias a la crisis han vuelto a recuperar su protagonismo. Vemos como ahora surgen más propuestas para recuperar antiguos oficios e incluso un par de generaciones después del éxodo masivo de trabajadores del campo a la ciudad, se retorna a la vida de los pueblos, pues gracias a la tecnología y a los avances de internet, vivir en el campo no implica estar desconectado de todo, por fin uno puede dedicarse a lo que le gusta, en un entorno bucólico e inspirador, sin sentirse aislado del resto del mundo.
Este es también mi caso. Después de vivir durante algunos años en Madrid he regresado a un entorno rural y disfruto de él como cuando era pequeña, como si estuviera en unas vacaciones permanente en las que cada estación se vive como única, y sobre todo en verano que el tiempo permite hacer un montón de actividades al aire libre, desde sentarse debajo de un árbol a leer, hasta pasear a altas de horas de la madrugada por el campo, que en una noche como la que tenemos hoy, está iluminado por la luna llena.
Así que he vuelto a disfrutar de los placeres del verano en el que ahora es mi pueblo, y no dejo de sorprenderme como con tan pocas posibilidades de ocio, cada vez me divierto más. Siempre encuentro nuevos lugares que visitar y en estos momentos vivir aquí supone mi mayor inspiración. Por eso hoy quiero dedicar este post a mi entorno rural, y a valorar esos pequeños actos diarios que me hacen disfrutar de las cosas sencillas y esenciales que forman parte de mi vida y que no son éxitos profesionales de los que presumir o que contar, pero que sin duda me aportan una gran motivación y fomentan un estado de ánimo propicio para la comunicación y la creatividad que no había experimentado nunca con tanta intensidad.
Este es el resumen en imágenes de una rutina diaria como ir a hacer la compra, que aquí a falta de otras distracciones, se torna en algo entretenido y estéticamente atractivo y maravilloso.
Hoy he tomado un camino no asfaltado que es mucho más agradable que ir por la calle si vas en bicicleta como yo, y aquí no hay ni un solo coche. Es un pequeño atajo paralelo a la calle Mayor que llega hasta la Plaza. Discurre entre huertas, fuentes y arroyos naturales, y permite ver el pueblo entero que se alza sobre el monte, además aprovecho para ver como maduran los productos del campo que brotan en los árboles y arbustos, como las granadas o las moras y ya de paso cojo un poco de lavanda que crece a los lados del camino.
Y aquí están todos los productos de la granja y de la huerta que he traído de vuelta a casa. Ya estoy pensando en lo que voy a preparar mañana, pero esto os lo cuento otro día.
De pequeña pasaba algunas temporadas en un pueblo de la Provenza Francesa llamado Saint Remy de Provence, y me impactó tanto el lugar que siempre pensaba que viviría allí. Por el momento eso no es posible, pero he encontrado aquí un lugar que me ha hecho sentirme igual que cuando visité aquella zona por primera vez. Puedo decir que encontré mi pequeña Provenza en Madrid!
Saludos desde mi pueblo Perales de Tajuña! Disfrutad mucho del verano!
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Fotografía Original Propiedad de Crazy Mary