Hace exactamente una semana, a estas mismas horas de la mañana del sábado, con un clima otoñal muy similar al que tenemos hoy en Madrid (fresquito y nublado), yo estaba en Praga paseando por la ciudad… Me emociono al recordarlo!
Regresábamos de visitar el recientemente inaugurado y reformado Edificio Pavilon, un maravilloso lugar que alberga algunas de las mejores tiendas de Diseño y Decoración checas, del que os hablé en el post anterior. De camino, mientras fotografiaba esta iglesia, nos cruzamos con algunas personas que iban con cestas cargadas de verduras que lucían como un bodegón, al aire, sin bolsas… Composiciones llenas de colores y texturas, con zanahorias, coliflores, lombardas, calabazas, flores, manzanas, botellas…
Rodeado por cuidados y majestuosos edificios adornados con flores en sus balcones, se encontraba una zona verde, un parque en el que según nos íbamos acercando se divisaba un mercado al aire libre.
Un paraíso gastronómico donde comprar productos ecológicos, con música en directo y puestos de comida preparada para tomar allí mismo. Y todo ello en un entorno festivo en el que participaban personas de todas las edades.
Y amenizando la convocatoria un grupo de músicos callejeros con una calidad impresionante. De hecho Praga es una ciudad que destaca por su tradición musical, un aspecto que cuidan al máximo. Me impresionó escuchar a Sigur Rós (el grupo islandes) que sonaba de fondo en el desfile de la semana de la moda del diseñador español Etxeberría, a The Black Crowes en un puesto dentro de los típicos pasadizos que comunican por debajo los edificios de distintas manzanas de la ciudad, Florence and de Machine al entrar en un restaurante y por supuesto música clásica en todas partes, como en la puerta de la Iglesia que hay junto a la Plaza del Ayuntamiento de la ciudad vieja (cerca del popular reloj astronómico), donde varias veces al día salen dos músicos para anunciar y promocionar alguno de los conciertos que se celebran dentro de las iglesias.
Setas, verduras, hortalizas, empanadas, panes y dulces, miel, quesos, vinos, flores, leche, el típico «vino caliente» para entrar en calor, utensilios de cocina… y múltiples bebidas y manjares fríos y calientes para llevar o degustar «in situ«.
Uno de esos días que disfrutas al máximo, y que te marcan para siempre. Recordar este lugar hace que pueda recuperar una pequeña porción de la felicidad que me embargó en ese momento y en ese preciso lugar.
*********
Texto y Fotografía Original propiedad de Crazy Mary
I conceive you have remarked some very interesting points , regards for the post. kedcfdededebdeeb
Me gustaMe gusta
Thank you!
Me gustaMe gusta