Es cierto que cuanto más conoces el trabajo de alguien con talento en el mundo del interiorismo más aprendes sobre su forma de plantear y resolver el espacio, y empiezas a verlo con otros ojos y a valorar no sólo los detalles de una obra en particular sino la trayectoria profesional en su totalidad, como si de un director de la Nouvelle Vague francesa y su cine de autor se tratara, donde no se concibe cada nuevo trabajo como una obra aislada sino como una parte del bagaje y desarrollo creativo del artista. Este es el caso de Alfons Tost, un interiorista ubicado en Barcelona cuyo trabajo te mostramos aquí el año pasado también con motivo de su participación en Casa Decor 2013, que fue galardonado con el Premio del Jurado. Tuvimos el privilegio de conocerle personalmente gracias a una entrevista que publicamos en el Nº1 de la Revista, cuando presentó su último trabajo en Madrid, el restaurante The Hall.
Así que disculpad mi falta de objetividad, pero en este caso no soy imparcial. Me encanta su trabajo y espero que pueda transmitiros en este artículo por qué es uno de los mejores interioristas del país para mí.
Nada más atravesar el umbral de la puerta uno encuentra un acogedor salón que invita a quedarse. Un espacio que te traslada a un lugar íntimo. Un templo para la creación y el descanso…
El cuadro de la pared es un obra original de Jaume Plensa
La puesta en escena comienza con un despacho que inspira, y emana intelectualidad por todas partes. No hay más que leer la frase introductoria con la que presenta su trabajo para entender que ya desde el principio esta impresión es fiel a la idea del creador: “No es arte pequeño el de dormir, para llegar a dominarlo hay que pasar todo el día despierto” Friedrich Nietzsche.
Aquí veo a un hombre sentado, sí…, a un hombre, porque es un espacio masculino. Aunque yo, que soy una mujer, me veía perfectamente allí leyendo, dibujando, escribiendo, pensando, soñando…
Situado al fondo de la sala luce el escritorio de madera iluminado con una lámpara original de Louis Kalff diseñada para Philips a mediados de los 50. Una preciosa lámpara metálica en negro con base de latón dorado y pie en baquelita. Una auténtica joya de diseño del siglo pasado. Sobre la mesa hay un libro abierto con un dibujo en sus hojas. Puedo ver a un hombre que ordena no solo sus papeles sino sobre todo sus ideas allí sentado, mientras dibuja con una pluma de tinta china el retrato imaginado de un rostro humano.
Parece que todo está pensado y convive en armonía. Libros, obras de arte, piezas de coleccionista conseguidas en lejanos y exóticos viajes…
Pero si hay algo que caracteriza a los trabajos de Alfons Tost es su cuidada iluminación. Como nos contó en la entrevista se considera «fanático y obsesivo» con este aspecto en sus interiorismos. Algo que se puede apreciar muy bien en la siguiente foto. Un juego de luces específico que delimita cada espacio y su funcionalidad. La claridad de los techos que los hace más altos de que ya de por sí son, las sombras que se proyectan de los muebles y objetos, la calidez y elegancia de un espacio en leve penumbra…
Espectaculares cortinas estampadas adornan los grandes ventanales, y amplias alfombras cubren los suelos de madera y presentan distintas zonas del espacio decorativo.
Colores neutros: Blancos rotos, ocres y tostados, colores visón, negros y grises… Toques de color intenso en esculturas y adornos de cristal del salón, sobre todo en rojo y naranja, que le dan carácter propio.
Color sobre todo en la estantería de hierro diseñada para la ocasión, con cristales laminados de colores azul, naranja y amarillo, que ha sido colocada sobre una encimera de granito hecha a medida que cubre la parte superior del mueble-cubreradiador que ya existía en el edificio.
Y como no, un guiño a sus comienzos y lazos familiares vinculados al arte floral y al paisajismo en la estantería. Flores tropicales y helechos que componen un pequeño jardín presentados en probetas de laboratorio de cristal.
Y mientras suena de fondo la música y las voces de Glen Hansard (de la banda The Frames) y Markéta Irglová, dejamos el mundo real para pasar al reino de los sueño: El dormitorio.
Un cálido y acogedor juego de colores y texturas en los textiles de la cama y una impresionante alfombra con formas geométricas conforman la primera imagen que el espectador encuentra al pasar de un ambiente a otro en este espacio abierto. Y de fondo la música de Antony and the Johnsons.
Las paredes están decoradas con varias obras de arte, como la que vemos a continuación, una fotografía original de Wilfredo Prieto (artista cubano afincado en Barcelona). La imagen es de una instalación que realizó en 2004, con más de 5.000 libros que compusieron su «Biblioteca Blanca» y que estaban completamente en blanco.
Encima del cabecero a la izquierda, casi centrado con la mesilla de noche, una obra de la prestigiosa artista británica Cornelia Parker, enmarcada con moldura y fondo blanco. Un hilo de oro en espiral sobre el que pende una aguja, creando un original juego de sombras potenciado por la luz que se proyecta sobre él.
Sobre la cama una colcha que ha sido diseñada con distintas piezas de pura lana merino ecológica de Teixidors. Una maravilla…
La alfombra bajo la mesa es un diseño original de Alfons Tost de la colección «Deconstrucción«, que es precisamente eso, una deconstrucción cromática creada para la firma Dac.
Cuadro hiperrealista del artista autodidacta de Hong Kong Sok Kan Lai. Obra a lápiz sobre cartón.
Es difícil resumir en una sola frase este espacio, y todas las sensaciones que se pueden recrear en él, pero si tuviese que elegir 3 palabras para ello serían: Elegancia, Sensibilidad e Intelectualidad. Sin duda un gran trabajo que me ha vuelto a emocionar como la primera vez.
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Texto y Fotografía Original propiedad de Crazy Mary